SOY ARMILLISTA

SOY ARMILLISTA.

De niña, muy niña, me llevaban a la plaza, y siempre me llevaban a ver a Miguel o a Fermín Espinosa. Viajaba a distintas ciudades para ir a verlos. Pasaba el tiempo y conscientemente empezaban a gustarme las corridas de toros.

Mis gustos personales se iban dibujando, o cuando mi papa pegaba un olé bien pegado, sin saber porque, sabía que eso era algo bueno y bonito, y que tenía que gustarme a mí también.

Y armillista fui. Llena de nervios iba a los toros, sufría con los abucheos para Miguel, pasaba miedo con Fermín. Gozaba cuando había faenas. Disfrutaba el grito de olé de mi papa que retumbaba por toda la plaza.

Y se fue uno…y se fue otro. Y regreso uno, y no regreso el otro.

Y entre broma y broma, comenté que yo me retire como aficionada el día que se retiró Miguel.

No fue así. Seguí yendo a las plazas y disfruté una faena y goce otra, y soñé con una y salí toreando de la plaza con otra. Sigo a un torero y me interesa ver a otro. Me ilusionó uno y me inspiró otro.  Con algunos vibré, pero mi corazón armillista siempre añoraba algo más.

Sabía que por nombre y apellido, Fermincito sería torero, y en atemporal espera, el día llego en que por fin lo vería en una plaza de toros.

En la previa a la corrida, soporte criticas de propios y extraños por el cartel mixto. Y yo solo pensaba: “pero qué más da, ¡es Fermín!, el cartel que sea, pero quiero verlo”.

Con un Armillita de regreso en Aguascalientes, mi razón y raíz de aficionada resurgía. Ilusionada, nerviosa y ansiosa iba a la plaza.

Y Fermín Armillita IV sale del patio de cuadrillas. Con una figura de torero como ninguno. Con color brillante propio de su juventud, pero con una seriedad para vestirse digna de su apellido. Iba a ser larga la tarde, y yo solo quería verlo torear.

De rodillas y pegado a tablas con larga cambiada, Fermín se presentó en su Aguascalientes con ánimo de triunfar y ánimo de hacer bien las cosas.

Perfecto quite por saltilleras, afirmando la herencia. Acompañada en los tendidos por mi hermana, una armillista de hueso colorado, haciéndome un comentario con el florido y cómodo lenguaje entre cómplices: “no manches, me dieron ganas de llorar”. Yo enseñándole mi brazo con piel de gallina, le conteste: “no manches, a mí también”.

Y empezó la faena, la faena, de otro Armillita en Aguascalientes. La elegancia, el ritmo, el gusto, los remates y la seguridad para irse de la cara del toro. Mi memoria me llevó a un lugar que pensé tener olvidado, un lugar que solo vibra así con lo bueno, una emoción que no sentía desde hace mucho tiempo. Al real y verdadero lugar por el que soy aficionada a los toros, al lugar donde levanto con orgullo mi bandera “ista”.

La frescura de Fermín, levantó mi espíritu, lo hizo todo tan fácil, lo hizo todo tan bien. A gritos afirmó estar, dónde tiene que estar. Es un prodigio.

Y en los medios, cambio la muleta de mano, a la mano prodigiosa y con la barbilla en pecho, pego un natural de escultura, el de la escultura de Miguel que está afuera de la plaza. Otra tanda, y un desdén, el mismo que pegó su papa en su despedida como matador. Y de rodillas, como su abuelo en las pinturas de Pancho Flores.

Y Fermín Armillita IV, resulto ser él, pero con la perfecta mezcla de lo mejor. Con el sello de lo sublime.

Aturdida con mi gozo, me encontré aplaudiendo de pie, y un perfecto segundo de éxtasis de saber que el toreo bueno, el toreo bueno, bueno, bueno, esta una vez más presente en mi vida.

Y mi oscura personalidad se sintió complacida por todos lo que criticaron la inclusión de Fermín en San Marcos, y mi sentimental personalidad se sintió decepcionada que no hubiera más gente en la plaza.

A Fermín hay que verlo. Cada que toree, ¡tenemos que ir a verlo! Porque su elegancia mágica es alimento puro para el alma.

Dios lo bendiga y me permita verlo muchas tardes.

Hoy feliz y con una nueva ilusión regreso a verlo.

¡SUERTE FERMIN!

Comentarios

  1. Grande y maravilloso escrito, yo desde que tengo uso de razón y conocimientos ti del toreo soy Armillista y desde ese 1 de mayo hace nueve años que derrame lagrimas por la retirada del maestro, hasta el día de ayer que volví a apasionarme con un Armilla, nunca he dejado de ser... Que nunca falte un Armillita en el ruedo.

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